Seguimos con la peleita entre el viento y la lluvia. Aunque parezca extraño, empezamos a acostumbrarnos, incluso a cogerle cariño a este ambiente plomizo.
Hoy le hemos dedicado el día a la capital del Noroeste, Isafjordur, y aledaños.
En la parte antigua destacan las antiguas casas de pescadores, curiosamente recubiertas de chapa metálica y pintadas de animados colores.
Por la calle cuesta ver a nadie paseando, en ocasiones algún chaval volviendo del cole o una ancianita paseando al perro.
Pasado Isafjordur, y por recomendación del amable gerente de nuestro Hostal, nos hemos dirigido a la punta norte, pasado Bolungarvík.
Por el camino, tras un breve desvío, nos hemos detenido en un antiguo radar americano desde donde se podía observar Groenlandia. Quien nos lo iba a decir que hoy veríamos Groenlandia 🙂
Entre oveja y oveja llegamos a la playa en cuestión y le dedicamos un ratito ya que el cielo nos ha regalado unos minutitos de cielo azul. Este clima es de lo más curioso…
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